domingo, 5 de abril de 2020

DE AQUELLOS LOS POLVOS...


Existe un mantra, muy liberal, que dice que el dinero, donde mejor está, es el bolsillo del ciudadano. No soy yo un erudito en economía, pero creo que, a grandes rasgos, lo que viene a decir es que es mejor tener más dinero para gastar que pagar impuestos. Que los ciudadanos seamos más consumidores y menos contribuyentes, supuestamente, dinamiza el mercado y mejora todos los indicadores económicos.

De los mismos creadores de esta teoría nació la de que la gestión privada es más eficiente que la gestión pública. Se da por sentado que todo lo público es un despilfarro per se.

Ambos dogmas tienen sus adeptos. No en vano, se vienen aplicando en la Comunidad de Madrid desde 1995 y, por lo que parece y lo que votamos, a los residentes aquí no nos debe disgustar del todo. Eso sí, de qué manera estamos pagando las consecuencias.

Nos encanta que nos bajen unas décimas el IRPF y así cobrar 30€ más cada mes. Con este dinero extra nos pagamos Netflix, HBO y hasta podemos ver todos los partidos de Liga y Champions.

Es verdad que las arcas del Estado se ven un poco mermadas, pero así, las empresas ganan dinero y más dinero y, por tanto, dicen, se genera empleo. Con más gente con empleo, da igual lo precario que sea, hay más dinero en movimiento y así habrá cada vez más empresas y todo fluye y aparecen arcoíris por doquier por los que cabalgan unicornios.

El problema de este planteamiento es que no funciona cunado vienen mal dadas. En 2008, bastó la quiebra del cuarto banco de inversión de Estados Unidos, para que todo se fuera a la mierda. Too big to fail decían, y como consecuencia, en España, el Estado tuvo que insuflar capital en unos pocos bancos y mucho capital en la mayoría. Las arcas no estaban muy llenas, ya que los cuartos estaban, en teoría, en el bolsillo de los ciudadanos, donde duraron cero coma, y entonces ya no hubo consumo, y las empresas, para seguir teniendo rentabilidad se vieron "obligadas" a despedir y a despedir...

Rescate lo llamaron, pero aquel dinero nunca se recuperó.

Y cuando parecía que nos íbamos recuperando, que nuestro castillo de naipes volvía a estar en pie, un virus ha echado por tierra toda nuestra vida tal y como la conocíamos.

La gestión privada es más eficiente decían. Así, se inventaron los hospitales públicos de gestión privada. Hospitales más pequeños, de construcción moderna y hasta con habitaciones individuales. Joder, si parecía que estábamos la Ruber como la Casa Real. Otra cosa bien distinta fueron los medios con los que fueron dotados estos hospitales. En definitiva, hospitales modernos, en algunos casos, semiocupados y, en todos con una evidente falta de personal.

Como estos hospitales de gestión privada eran la pera limonera, empezamos a gestionar igual los de toda la vida. Y así, los 12 de Octubre, Ramón y Cajal, Gregorio Marañón o La Paz, empezaron a quitar un auxiliar por planta aquí o un médico por especialidad allá. Se ahorraba mucho no reponiendo los equipos estropeados o escatimando al límite el material fungible.

Hasta hace mes y medio, todavía había gente que se cuestionaba que la Sanidad Pública tuviera una utilidad real e incluso, algunos afirmaban que era algo que no nos podíamos permitir.

Es evidente que nadie, ni los unos ni los otros, ni los de más allá, podían prever que algo así pudiera pasar, pero el caso es que nos ha pillado con un equipo de profesionales que están dando la talla no, lo siguiente, pero muy, muy justos de medios.

Podemos discutir sobre errores de cálculo o sobre lentitud en la respuesta, pero lo que está claro es que de aquellos polvos vienen estos lodos.


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