miércoles, 1 de julio de 2020

CONSPIRANOIA


Yo no sé si estamos para que nos encierren a todos o esta pérdida de sentido común es fruto de los calores de los últimos días que inciden sobre los ya tocados cerebros después del confinamiento. Últimamente no hago más que leer noticias sobre teorías conspiranoicas acerca del Coronavirus. No es que lo de los conspiranoicos sea algo nuevo, siempre han estado ahí, pero antes solo tenían cabida en Cuarto Milenio o Génova 13. El problema es que ahora, personalidades que yo tenía por medio cuerdas o incluso líderes políticos al más alto nivel, se apuntan a este tipo de teorías.

También pudiera ser que queramos hacer bueno aquello de que la realidad supera a la ficción. Que no digo yo que no suceda en algunos casos; hace unas pocas semanas vi Contagio, película de 2011, y los paralelismos con lo que hemos vivido estos meses pasados asustan. Pero una cosa es predecir una realidad basándose en los efectos de la propagación exponencial de un virus en un mundo globalizado, y otra muy distinta es creer que la ciencia ficción más extrema esté convirtiéndose en realidad.

La más creíble de todas las teorías de la conspiración del SARS-CoV-2 es la que dice que éste es un virus creado en un laboratorio como arma biológica. Este argumento ha sido utilizado en películas como Antrax o Epidemy y, además, parece demostrado el origen natural del 'bicho', pero en defensa de esta posibilidad diré que los humanos hemos malgastado mucho tiempo en la creación de armas de todo tipo, cuanto más mortíferas mejor, solo para tener amedrentado al de enfrente.

Ahora bien, lo que me cuesta entender es que haya tanta gente que se crea que el origen del Coronavirus sean las redes 5G o que sea un virus creado ex profeso para que Bill Gates nos coloque un microchip a través de la vacuna. Anda que necesitarán Microsoft, Google, Apple, Amazon o compañía insertarnos un chip de ningún tipo para tenernos monitorizados, habiéndonos colocado un móvil en el bolsillo, del que no nos separamos ni para ducharnos, y que te dice, antes de que tú mismo lo sepas, lo que te apetece hacer esta tarde. Éste, por cierto, es un argumento de película malilla. En él se basan películas como El mañana nunca muere, la peor de la saga de James Bond desde mi punto de vista, o G Force, donde los agentes especiales son cobayas y el malo resulta ser un topo (perdón por el spoiler).

Otra teoría que sobrevuela los medios de comunicación es la que dice que el origen de la pandemia es extraterrestre. Argumento muy manido que ya inspiró Virus en 1999, con Donald Sutherland y Jamie Lee Curtis como protagonistas. Si le preguntas a Isabel Díaz Ayuso, seguro que te dice que el 19 del COVID viene de Alien, el decimonoveno pasajero.

Pero si me das a elegir, como cantaban Los Chunguitos, yo me quedo con la conspiranoia de que el Coronavirus es solo un paso más en el Plan macabro de reducir a la mitad la población mundial. Primero fueron las leyes proabortistas que impiden el nacimiento de niños; luego la implantación de un sistema educativo que nos está llevando a convertirnos en homosexuales y, por tanto, nos impide procrear; y ahora la propagación de un virus que está matando a un elevado porcentaje de la población de todos los países de éste nuestro planeta azul. El plan es rebuscado y requiere de tiempo, con lo fácil que hubiera sido reunir las 6 Gemas del Infinito, colocarlas en un guante, chascar los dedos y pum!!!, media humanidad hecha ceniza. Es lo que sucede en la peli de Marvel Avengers, Infinity War, y a mí, me resulta tan creíble como todas estas teorías.

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