Ya nada es lo que era; debe de ser por lo de la obsolescencia programada y todo eso. Sin embargo, no van a escuchar de mi voz, ni leer en este humilde blog, aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor, como mucho, anterior.
El caso es que antes te ponías delante de la tele para ver un partido, y si metías o te metían un gol, era gol. Si el árbitro pitaba un penalti, lo fuera o no, era penalti. Y con el penalti, con el gol, la gente se exaltaba, se excitaba, gritaba, o lloraba de alegría porque el equipo de su corazón iba a ganar al odiado rival.
Sin embargo, desde la llegada de Cospedal...digo del VAR, todo es en diferido. Cuando llega el gol o el penalti, la sentencia no es firme. El equipo rival interpone un recurso y hay que esperar a que los del TSJ del VAR lo resuelvan. Y qué quieren que les diga, no es lo mismo la alegría del gol en directo, con la pituitaria y el hipotálamo secretando endorfinas a cubos, que la confirmación del mismo cinco minutos después. Puede que se estén evitando injusticias y errores, pero le estamos quitando la sal al asunto; es como comer verduritas hervidas.
Con la política de hoy en día pasa lo mismo. No voy a erigirme yo en un defensor del bipartidismo, toda vez que a mí, el único partido que me gusta, y no siempre, es el mío; haz que pase y todo eso. Lo que pasa es que ahora, sin haber acabado el recuento, se monta un pifóstio postelectoral que dura prácticamente hasta la campaña siguiente.
Antes, en la noche electoral, el que ganaba había ganado, el que perdía decía haber ganado e Izquierda Unida le echaba la culpa al árbitro. Ahora no. Ahora sufres la precampaña, te torturan durante la campaña y cuando piensas que todo ha terminado habiendo depositado tu voto en la urna, descubres con desesperación que, aunque todos dicen haber ganado, nada ha cambiado, nadie es capaz de gobernar.
Desde ayer estamos en campaña y, salvo que las encuestas se equivoquen mucho, y los de centro-derecha, centro-extremaderecha y extremocentro-derecha sumen más de 175 escaños, dará igual que gane el mío, el tuyo o el suyo, tendremos que esperar a que el VAR decida quien gobierna.
Y para que nos vamos a engañar, si la cosa va bien y el que gobierna es el tuyo, después del coitus interruptus, ya no es lo mismo. Encima de tenerte que tragar algún sapo en forma de socio de gobierno, tienes que aguantar que el de enfrente te repita, un día si y otro también, que tu candidato ha llegado a Presidente de forma antidemocrática y con las manos manchadas de sangre.
Y si la cosa no va bien, y no gana el tuyo, uff, viendo el percal, solo espero que, como si del final de Perdidos o Los Serrano se tratara, mi padre me despierte para decirme que Señor ha metido el decimosegundo gol a Malta.
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