No escribo una sola línea desde julio. Es por desidia, seguro. En estos meses no han faltado sucesos por los cuales, en otro tiempo, hubiera escrito tres entradas.
Durante estos meses mi partido no ha parado de dispararse a los pies. Todo apunta, además, a que va a seguir haciéndolo mucho más tiempo del que a sus cansados y cada vez más desilusionados militantes nos gustaría. Pues no he encontrado el momento de poner sobre un papel el aluvión de ideas y sensaciones que se me han pasado por la cabeza.
Desde la última entrada que publiqué, hemos vivido dos sesiones de investidura de Mariano Rajoy y ni una gota de tinta ha salido de mi pluma estilográfica. Y eso que la segunda y definitiva se producía en paralelo a las sesiones del juicio del caso Gürtel que tanto me inspiró en el pasado. No he sido capaz de expresar en este blog mi vergüenza ajena a pesar de ver como el reelegido Presidente hacía caso omiso a los hechos que se juzgaban como si los millones de euros substraídos de las arcas públicas no hubieran servido para financiar al partido que le paga un salario y que él mismo preside. Daba igual que las declaraciones de todos y cada uno de los testigos e imputados así lo afirmaran.
En este periodo de sequía bloguera, nuestros amigos americanos, aburridos de sensatez y solidaridad, han decidido poner al frente de su gran nación a un híbrido entre Torrente, Berlusconi y Lauren Postigo ¡Dios salve a América! Y yo nada, un par de tuits y porque no se diga.
¡Oigan! Que se ha muerto Rita Barberá (que en paz descanse) de un infarto, en una habitación de hotel en Madrid y justo antes de que empezase a tirar de la manta en los tribunales toda vez que su partido hacía como que la repudiaba, y no he sacado ni un ratito para encadenar tres o cuatro gracietas de las mías. ¡Coño! que ha sido al más puro estilo House of Cards, con Rafa Hernando en el papel de Kevin Spacey pero en bocazas.
Estoy perdido para la causa. Fíjense ustedes que en los mentideros de mi pueblo se dice y se comenta que al Alcalde le han echado de casa, escena de maletas por la ventana incluida, por un escarceo amoroso vía Whatsapp. Cuando pasan estas cosas en los pueblos solo se enteran dos, los vivos y los muertos. Tendrían que ver al sujeto. Pues aun teniendo el mismo sexappeal que Manolo el del Bombo, he sido incapaz de teclear nada ¡con lo que yo era con los alcaldes de mi pueblo!
Y dirán ustedes que a cuento de qué nos está metiendo este tío este rollo. Y por qué ahora que la cosa está más o menos tranquila con la gente volcada en la compra de turrones, polvorones y peladillas propios de estas fechas. Pues ahora escribo porque estoy en el hospital insomne. Insomne porque no creo que haya ahora mismo dos tipos en la Tierra más felices que yo. Feliz porque la mujer que me acompaña desde hace más de cinco años acaba de traer al mundo a un ser precioso, que ahora duerme placidamente, ajeno a toda esa gente que hace que todo sea un poco peor cada día y sobre la que tanto me gusta o me gustaba escribir. Estoy seguro de que a partir de hoy Martín y sus hermanos van a inspirarme mucho más que todos ellos.
Abrázame, no pases hambre.
Hoy es el día; ha llegado por fin.
Carne de mi carne, sangre de tu sangre.
Lo tenemos, amor; está con nosotros Martín.
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