miércoles, 27 de enero de 2016

EL CAPITÁN CAVERNÍCOLA Y LA CORRUPCIÓN

A base de ver muy poco la televisión y de mucha medicación, había conseguido, este tiempo atrás, mantener a raya a mi alter ego, el Capitán Cavernícola.

Sin embargo, el espectáculo de las detenciones de los dirigentes del PP valenciano ha sido demasiado y no he podido evitar que esta noche haya aparecido.

Como en anteriores ocasiones, un servidor se limita a transcribir lo que este personaje ha dejado escrito en mi cuaderno.

Ha sido dar a conocer la prensa los avances en la negociación entre el Partido Popular y Ciudadanos para desencallar de una vez por todas la formación de un Gobierno fiable y, ¡oh sorpresa! (la mano de Rubalcaba es alargada), los modernirrojos mandos de los antaño respetables Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado han ordenado la representación de otra de esas pantomimas en las que dirigentes Populares son arrestados, previo aviso a las televisiones, y que luego acaban en nada.

Lo de la Operación Taula y el ridículo intento de vincular al Exministro y Comisario Europeo Arias Cañete con el caso Acuamed no son más que una maniobra para impedir que se cumpla la voluntad de una inmensa mayoría de españoles que, el 20 de diciembre del pasado año decidieron con su voto que el artífice del milagro de la salvación de este País abocado a la ruina, repita como Presidente del Gobierno para colocar a España en el lugar de prestigio internacional que le corresponde y que nunca debió abandonar.

Por fortuna, la mayor parte de nosotros ya somos mayorcitos para saber que los arrestos del martes no han sido más que un último y vano intento de retrotraernos a la Edad de Piedra, con un Gobierno de esa Era, presidido al alimón por Pedro y Pablo. Tan solo les falta decidir qué miembro del PNV hará de Betty y cuál de los dos diputados de Izquierda Unida hará de Vilma.

España necesita menos de telejuicios y pactómetros y más de políticos serios, responsables y que nunca se esconden, como Mariano Rajoy.

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