Visto lo visto, oído lo oído y leído lo leído, estoy cada vez más convencido de la necesidad de una reforma electoral: es urgente mover la jornada de reflexión al día después. ¡Qué análisis! ¡Que justificaciones! ¡Qué puyazos a propios y a ajenos!
Lo dicho, que como la hemeroteca es muy traicionera, nada como una imposición de silencio de 24 horas para ahorrarnos arrepentimientos posteriores.
Dicho esto, aplícome el cuento y me pongo a escribir mis impresiones, sin el acaloramiento del momento, justo un día después del cierre de los colegios electorales.
Lo que pasa es que así, en frío, ni chicha ni limoná; no sé si estoy triste o contento, decepcionado o satisfecho. La vida real es así de puñetera. Esto en las pelis de Hollywood no pasa. Ahí siempre sabes quienes son los malos, el bueno es el guapo, siempre gana y además se queda con la chica.
Pues eso, que los resultados tienen sus cosas buenas y sus cosas malas. Es bueno, y además es un síntoma de que a los españoles nos corre sangre por la venas, que el Partido Popular se haya pegado un batacazo monumental perdiendo la mayoría de sus absolutas mayorías. Sin embargo es preocupante que, a pesar de los pesares, aun sigan ganando en lugares como Baleares, Valencia, Boadilla del Monte o Arganda del Rey, por poner solo algunos de los ejemplos más sangrantes corruptilmente hablando.
Como militante socialista me preocupa mucho que el PSOE no sea capaz de capitalizar el descontento de la ciudadanía con las políticas ultraliberales y ultraconservadoras con las que nos han estado asfixiando estos últimos años. Aunque por otra parte si se aprecia un cambio de tendencia. Parece claramente superado el punto de inflexión y esto nos permite ser moderadamente optimistas de cara a próximos comicios.
Me parece positiva la irrupción de nuevas fuerzas que le den un nuevo aire a la vida política nacional. Ahora bien, si se van a llevar por delante a fuerzas como Izquierda Unida, que han realizado una importante labor durante la transición, y además no consiguen que aumente de forma verdaderamente sustancial la participación en las urnas, esta impresión positiva ya no lo es tanto.
Esta irrupción, explosiva en algunos casos, ha dejado lejos de sus objetivos a candidatos como Antonio Miguel Carmona que hubiera hecho, estoy convencido, una magnífica labor como Alcalde de Madrid. Todo se andará. Sin embargo tiene una parte muy positiva; se han quedado en la cuneta, esperemos que para siempre, personajes que han hecho mucho daño a la sociedad en general y a la clase política en particular. Me estoy refiriendo a Esperanza Aguirre, a Rita Barberá y a Rosa Díez.
Y por último, qué decir de la ciudad en donde resido. En Arganda, cuna de la Gürtel, la izquierda se presentaba más fragmentada, si cabe, que en ningún otro sitio. Una Izquierda Unida moribunda, tres escisiones de Podemos y un Partido Socialista que no ha sido capaz de renovarse. Mientras que la candidatura autonómica de Gabilondo ha visto crecer sus votos con respecto a 2011, la encabezada por Guillermo Hita ha perdido más de dos puntos porcentuales, dejando la diferencia entre ambas en la friolera de casi 5 puntos (más de 1 concejal).
Eso se traduce en que todo sigue igual. Todo queda tal y como estaba. No se puede remar contra la sabiduría popular y aquí tenemos un dicho que reza: el PSOE de Arganda, que Hita más que anda.
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