Estaría bien ser periodista de la Razón o de ABC porque, además de tener la posibilidad de dirigir algún día los servicios informativos de la televisión pública, al servicio, válgame la redundancia, del Partido Popular, podría contar la verdad, mi verdad, de lo que está ocurriendo con esas palabras tan de sillón m minúscula de la Real Academia Española y que en general sus lectores no entienden.
Si fuera periodista de la Razón o de ABC pertenecería a ese parnaso que cree que el liberalismo es el demiurgo del estado del bienestar y no un trampantojo que ha devenido inopinadamente en un oropel y que ha sido una de las mayores felonías contra la sociedad española.
Si yo fuera periodista de la Razón o de ABC tendría esa visión maniquea de la realidad y permanecería como los tres monos sabios, ciego, sordo y mudo, ante la concupiscencia de sobresueldos, cajas B, sobres, tarjetas opacas y comisiones.
Pero como no lo soy, escribo aquí y no se me tiene que leer con el diccionario en la mano. Como solo soy un ciudadano hastiado, indignado y asqueado por el saqueo de los dineros públicos por parte de unos "listos" que se crían impunes, puedo decir alto y claro que la mayoría estamos hasta los cojones de ver a tanto chorizo suelto.
Nos queda el consuelo y la esperanza de ver que estos desalmados que han saqueado durante años el dinero de todos serán debidamente condenados porque de una vez por todas los partidos políticos dejarán de esconderlos entre sus filas y colaborarán con la justicia actuando con la contundencia que los ciudadanos y, me atrevo a decir, la mayoría de sus propios militantes exigimos.
Los corruptos, corruptos son y por el bien de lo que representamos deben estar fuera a pesar de que sean o hayan sido amigos, padrinos o avalistas.
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