Médicos, profesores y profesoras, peluqueros y peluqueras, enfermeros y enfermeras, maestros y maestras, electricistas, celadores y celadoras, asistentes sociales, taxistas, abogados y abogadas, conductores y conductoras de autobús, amas y amos de casa, ingenieros, fontaneros y fontaneras, arquitectos y arquitectas, dependientes y dependientas, biólogos y biólogas, basureros y basureras, concejales y concejalas, mineros y mineras, actrices y actores, químicos y químicas, barrenderos y barrenderas, directores y directoras de recursos humanos, escritores y escritoras, conductores y conductoras de metro, periodistas, jardineros y jardineras, diputados y diputadas, deportistas, abuelos y abuelas, cajeros y cajeras de supermercado, veterinarios y veterinarias, albañiles, trabajadores y trabajadoras sociales, auxiliares administrativos, socorristas, técnicos deportivos, modistas y sastres, informáticos e informáticas, sexadores y sexadoras de pollos, pilotos de avión, ferroviarios, psicólogos y psicólogas, azafatas y azafatos, historiadores e historiadoras, bomberos y bomberas, agricultores y agricultoras, técnicos de laboratorio, ganaderos y ganaderas, fisioterapeutas, floristas, vendedores y vendedoras ambulantes, notarios y notarias, churreros y churreras, senadores y senadoras, feriantes, poetas y poetisas, detectives privados, arqueólogos y arqueólogas, agentes de viaje, bailarines y bailarinas, cámaras, bibliotecarios y bibliotecarias, empresarios y empresarias, dietistas, diseñadores y diseñadoras, topógrafos y topógrafas, traductores y traductoras, decoradores y decoradoras, escultores y escultoras, sociólogos y sociólogas, farmacéuticos y farmacéuticas, secretarios y secretarias, filósofos y filósofas, podólogos y podólogas, fotógrafos y fotógrafas, vigilantes de seguridad, guionistas, dentistas, modelos e incluso controladores y controladoras aéreos (...).
Se me ocurren cientos de profesionales, públicos y privados, con más o menos formación, con más o menos habilidades, más o menos pudientes, más o menos afectados por la crisis, pero todos ellos españoles, todos ellos motivo de orgullo patrio, tanto o más que nuestras Fuerzas Armadas. Millones de personas que viven en este país, millones de personas que hacen que este país sea como es, millones de personas que hacen que este país funcione, millones de personas que se sienten más o menos orgullosos de ser españoles pero que no salen a la calle montados en un tanque ni luciendo sus armas de fuego.
La mayoría de los españoles estamos orgullosos del trabajo que realizan nuestras Fuerzas Armadas, pero ¿es realmente el ejército lo que mide la grandeza de un país? Francamente, creo que no. Me gustaría que en el día de la Fiesta Nacional pudiéramos presumir de que tenemos los mejores investigadores, los mejores sanitarios, los mejores educadores, los mejores artistas, los mejores profesionales en definitiva.
Por primera vez y sin que sirva de precedente voy a parafrasear a nuestro Presidente del Gobierno Mi más sentido homenaje a la mayoría de profesionales, a esa mayoría silenciosa que no sale a la calle el día de la Fiesta Nacional, a esa mayoría que no abre los telediarios; a 47 millones de españoles que hacen, que hacemos, que la vida en este país sea posible.
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